“Hay árboles que crecen silvestres que producen lana mejor y más fina que la de las ovejas”, escribió el historiador griego Heródoto tras regresar de la India en el año 445 a. C. En esa época, la transformación de las fibras esponjosas de la planta del algodón en textiles ya era un arte antiguo en algunas partes del mundo: los arqueólogos han encontrado fragmentos de tela de algodón que datan de hace 8000 años en Pakistán y más de 7000 años en México.
En la actualidad, el algodón es el cultivo no alimentario más extendido en el mundo, constituyendo el sustento de hasta mil millones de personas (incluidos 100 millones de pequeños agricultores) en una sorprendente variedad de climas: desde partes de los Estados Unidos, América Latina, el Sudeste Asiático, África y Australia hasta países europeos como Grecia, Bulgaria y España. China sigue siendo el principal productor de algodón en términos de cantidad (alrededor de 28.500.000 toneladas al año), seguida de India, los Estados Unidos y Brasil como actores clave del mercado mundial.

Cultivo. Las condiciones ideal para el cultivo del algodón es un clima cálido y soleado con temperaturas entre 0 y 100 °F (21 y 37 °C). Los requisitos del suelo difieren entre variedades, dependiendo de sus sistemas de raíces y áreas de hojas. Las variedades americanas de tierras altas, por ejemplo, tienen raíces profundas y hojas anchas, y por lo tanto crecen mejor en suelos profundos, de medianos a pesados con buena retención de agua, mientras que las variedades con raíces más cortas y hojas más pequeñas pueden soportar suelos menos profundos con un menor contenido de humedad.
En Estados Unidos, el algodón se cultiva en 17 estados, entre ellos Alabama, Oklahoma, Kansas, Nuevo México y Virginia. Debido a las diferencias en los tipos de suelo y las temperaturas, las prácticas de cultivo varían ampliamente: la temporada de siembra comienza a principios de febrero en el sur de Texas y a fines de junio en las áreas del norte del Cinturón Algodonero. Las semillas se plantan en hileras surcadas, generalmente a una profundidad de 0,5 a 1,5 pulgadas, según la variedad.

Riego. En algunas regiones, el algodón se cultiva como un cultivo de secano. Sin embargo, para obtener resultados confiables y altos rendimientos, los productores deben asegurarse de que su cultivo reciba abundante agua distribuida uniformemente, con volúmenes anuales que van desde 20 a 30 pulgadas (500 a 760 mm) en climas húmedos y templados, hasta 40 a 50 pulgadas (1000 a 1500 mm) en regiones desérticas. Las necesidades de riego de las plantas de algodón aumentan de manera constante desde las primeras etapas (cuando la humedad se pierde principalmente por evaporación) hasta las etapas posteriores, cuando se produce la transpiración activa de la planta. Las plantas de algodón necesitan más agua a mediados de la temporada de crecimiento, cuando su dosel está completamente expandido y las cápsulas alcanzan su máximo rendimiento.
Aplicación eficiente del agua. Como ocurre con todos los cultivos, una excelente manera de optimizar los valiosos recursos hídricos es determinar la tasa de evapotranspiración, es decir, los requisitos de riego en tiempo real en función de la evaporación del suelo, la transpiración de la planta, así como la humedad, la radiación solar, el viento, la salud del cultivo y la etapa de crecimiento. Esto se puede hacer mediante varios métodos y permite un riego de precisión adecuadamente programado.
También hay que encontrar la mejor manera de satisfacer estas necesidades de riego. En parte, esto depende de la región. En el sur y el sudeste de los EE. UU., el algodón todavía se produce principalmente en condiciones de secano, mientras que en el árido oeste del país, casi todo el riego se realiza mediante riego mecanizado. Dado el efecto devastador de la sequía y la disminución de los acuíferos, la adopción de dispositivos de riego de última generación para complementar las precipitaciones en las zonas húmedas y mejorar la eficiencia hídrica en las regiones más secas se está volviendo cada vez más esencial para seguir siendo competitivo.
Teniendo esto en cuenta, los productores de algodón tienden a confiar en el riego por pivote o por surcos para garantizar una producción confiable y rentable. La cartera de productos de Komet cubre ambos métodos, o sea, con el Komet Wide Bubbler para riego LEPA y el aspersor Komet Precision Twister (KPT) para instalación en la parte superior de la tubería y en los bajantes de mangueras.
Con su sistema de freno hidromecánico patentado, capacidades de operar en baja presión y resistencia al viento comprobada, el KPT / KPT Peak es una herramienta confiable y adecuada para todas las etapas del ciclo de crecimiento, desde las plántulas de algodón más delicadas hasta la floración, pasando por todo el cliclo hasta que la planta esté lista para cosechar.

Ciclo de crecimiento. Unos días después de la siembra, emerge la raíz primaria (que puede crecer alrededor de 1,5 metros de profundidad en el suelo), seguida por la plántula. Unas semanas más tarde, aparecen los botones florales en la planta, cuyos pétalos van cambiando de color blanco cremoso a amarillo, luego rosa y finalmente rojo oscuro. Cada flor solo se abre durante 24 horas para permitir la polinización. Después de eso, los pétalos se caen, dejando atrás la vaina de semillas (cápsula) llena de fibras húmedas. La cápsula crece y las fibras continúan expandiéndose bajo el cálido sol hasta que finalmente estallan fuera de la cápsula, dándonos los mechones de celulosa blancos y esponjosos que son una vista tan familiar.
Igual pero diferente. Existen más de cincuenta variedades naturales de la planta del algodón, que difieren en altura, apariencia y resistencia. Si tiene suerte, puede tener un tejido elaborado con la variante Gossypium Barbadense, cuyas fibras largas y sedosas se utilizan para fabricar algodón egipcio de alta calidad; también está el Gossypium Herbaceum, más parecido a un arbusto, que se encontró originalmente en África y Oriente Medio, y el versátil Gossypium Hirsutum, que se cree que es originario de América del Norte, Central y del Sur. Gracias a su carácter resistente, esta es la variedad más cultivada en la actualidad y representa el 90% de la producción mundial de algodón.
Nada se desperdicia. Aunque el algodón se cultiva principalmente para la industria textil, también se encuentran sus fibras en filtros de café, plásticos biodegradables e incluso billetes. Lo que menos gente sabe es que también tiene subproductos comestibles: el aceite de semilla de algodón, por ejemplo, se utiliza como aceite de cocina y en aperitivos como galletas y papas fritas, mientras que la harina de semillas y las cáscaras se convierten en alimentación para el ganado y fertilizantes.
En cuanto al tejido en sí: a diferencia de sus alternativas sintéticas, que son grandes culpables de los microplásticos nocivos que se filtran en nuestros cursos de agua, el algodón es una fibra natural y, por lo tanto, 100% biodegradable.
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